Estoy suscrito a Time, aunque recibo los ejemplares en mi buzón con bastantes días de retraso. Hoy me ha llegado el ejemplar correspondiente al 9 de agosto. La portada llevaba circulando por internet desde hace días, así que no me ha pillado por sorpresa. Ahora la tengo aquí al lado, y no puedo dejar de mirarla, y no puedo dejar de hacerlo con una mezcla de compasión y escándalo.

No me meto con la posible intención política de la portada, inevitable en temas importantes como esta guerra. Ya hay quien ha parodiado el titular «Qué pasa si abandonamos Afganistán» convirtiéndolo en «Qué sigue pasando a pesar de 10 años ocupando Afganistán».

Pero me interesan las portadas que cuentan historias. Me gustan las imágenes que no te dejan indiferente. Me gustan las revistas que persiguen el impacto (con cierta honestidad). Me apasiona el periodismo de causas y banderas. Y, en fin, me ha impresionado conocer el drama de Aisha, la joven de 18 años a quien un jefe Talibán mandó arrancar la nariz y las orejas porque huyó de una familia política que la maltrataba.

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